Tuve la gran forotuna de ser amigo de Constancio Hernández Allende, Solía venir a mi casa, al caer la tarde, y platicábamos largamente: él con un vaso de agua en la mano; yo, con no de tequila.
Yo disfrutaba de la maravilla de tener en mi terraza al homrbe culto, de risa franca, asombrado catador de la vida, capaz de disertas, sin salirse de la autobiografía, de las mil experiencias y oficios por los que transitó: poeta, historiador, político, y politólogo, criador y entrenador de perros, músico de harmónica y piano, especialista en tango, pintor, notario, masón, campeón de judo y karate, de oratoria, presidnete municipal, diputado, admirador de los caballos, campeón de tiro, y record Fuiness en disparo rápido parecía haber vivido, en una sola persona múltiples vidas. Era una delicia oír a Constancio, El Memorioso.
Pocos hombres como Constancio Hernández Allende. Tan francos e íntegros, tan incólumes y plurales, tan curiosos y tan dotados, tan cómplices de la vida y tan amorosos de la memoria.
Este libro es el resultado de la transcripción de deliciosas charlas, confesiones, que Constancio le confiará al micrófono a Dante Medina.