El soneto es una forma fija con mucho prestigio en la lengua española. Catorce versos endecasílabos, divididos en dos cuartetos y dos tercetos, con rimas entrelazadas, son un canon. El uso clásico prefiere las rimas ABBA-ABBA, CDC-DCD. Aunque la tradición admite varias combinaciones en los cuartetos y en los tercetos. La regla mayor pide, en todo caso, rimas entrelazadas. En cuanto al tono y la temática, baste apuntar que lo lírico y a la poesía cortés están en los orígenes del soneto. «Amor constante más allá de la muerte», de Quevedo, fue compuesto en endecasíbolos y tiene rimas ABBA-ABBA, CDC-DCD. «A Cristo crucificado», atribuido a Fray Miguel de Guevara, se hizo en endecasílabos y con la rima: ABBA-ABBA, CDE-EDC. Hay, desde luego, otras combinaciones, que fueron introducidas en el Barroco y en el Modernismo; y otros metros: el alejandrino de catorce sílabas, y el verso de nueve sílabas. Y ya desde tiempos de Cervantes, se jugaba a usr el estrambote, es decir, a agregarle algunos versos extra al soneto. El presente trabajo muestra y rastrea las manifestaciones atípicas del soneto, sin duda la estructura poética de mayor prestigio desde que Giacomo da Lentini le diera armadura y medidas que conserva hasta nuestros días. Gracias a los «sonetos fechos al itálico modo» del Marqués de Santillana, y a la gran aceptación en la España del Renacimiento de este sistema discursivo, seguimos escribiendo sonetos típicos, y hemos producido una muy considerable cantidad de sonetos atípicos, de los cuales se incluyen los más interesantes en esta selección.